Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1519
Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 7 de abril de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 101, 3377-3378
Tema: Orígenes y significación de la última crisis ministerial

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta) : Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Lastres) : La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): No tiene razón el Sr. Alvear; porque desde que ocurrió la gran catástrofe producida por la explosión del malhadado buque Machichaco, el Gobierno anterior no dejó de ocuparse ni un solo día de este importante asunto, y puedo asegurar que no se celebró Consejo ninguno de Ministros sin que el entonces Ministro de la Gobernación ocupara una gran parte de él en dar cuenta a sus compañeros de lo que se estaba practicando, para ver si en último resultado podía hacerse desaparecer el peligro que el Machichaco encerraba en sus entrañas para aquella población; pero ni el Gobierno ni el Ministro de la Gobernación tienen la culpa de que por lo complejo y peligroso del asunto hubiera necesidad de hacer practicar las muchas diligencias, grandes estudios y no pocas consultas que exigía el caso; porque de no haber hecho esas consultas, de no haber practicado esas diligencias, hubiera cabido a aquel Gobierno grande y gravísima responsabilidad. (El Sr. Linares Rivas: ¿Qué más que la segunda explosión?) ¿Fue culpa del Gobierno la segunda explosión? Se hizo mucho, y el Gobierno no cesó un solo día de tomar medidas, porque todavía la segunda explosión hubiera sido mayor y de mayores consecuencias si no se hubieran sacado de aquel buque los muchos efectos explosivos que se sacaron, con grave peligro de los que dirigían la operación y de los que la practicaban.

¿Pero es que el Gobierno, acudiendo a la Junta técnica, encontró un informe que le diera seguridad de que haciendo la operación de esta o de la otra manera no había de resultar mal para Santander? Pues no hay absolutamente ningún informe que asegurara al Gobierno que haciendo tal o cual operación el peligro había desaparecido para Santander. ¿Qué quería el Sr. Alvear? ¿Que el Gobierno sin esa seguridad se expusiera a hacer operaciones con materias explosivas todavía no bastante conocidas? (El Sr. Alvear: No se trata de eso, Sr. Presidente del Consejo; permítame S. S. que le interrumpa.) Pero, ¿no ha dicho S. S. que el Gobierno en esos cuatro meses no había hecho nada? (El Sr. Alvear: He dicho que no había nombrado gobernador en esos cuatro meses. Y permítame el Sr. Presidente del Consejo, si lo tiene a bien, que aclare este punto para no seguir interrumpiendo. He dicho que iba a hacer por mi parte lo humanamente posible para no adelantar la discusión sobre, la interpelación que tengo anunciada al Gobierno respecto a la catástrofe de Santander.) Había entendido que durante esos cuatro meses el Gobierno anterior no había hecho nada; y yo no tenía más remedio que protestar contra eso, porque sé la actividad y los trabajos que desplegó el entonces señor Ministro de la Gobernación en el asunto de Santander, y cuando se explane la interpelación verá S. S. los resultados que dieron los trabajos de aquel Ministro, sin los cuales yo no sé lo que hubiera sucedido en la población.

Pero yo le puedo asegurar a S. S., que al hablar del gobierno de Santander, a raíz de esos sucesos que llevaron el llanto y la desolación a la ciudad de Santander, a la vuelta del director de Administración local, a quien enviamos allí para que se hiciera cargo del gobierno en aquellos momentos aciagos para Santander, pensamos en lo que debía hacerse, y entonces convinimos todos en que no había prisa alguna en nombrar gobernador para Santander, toda vez que se había hecho cargo del gobierno el presidente de la Diputación provincial, que había presenciado la catástrofe, que había estado a punto de ser víctima de ella, en quien tenía una gran confianza la población, y que al celo y a la solicitud que había de desplegar cualquier otra autoridad, había de reunir el celo y la solicitud de ser hijo de la provincia, y que, naturalmente, por él, por sus intereses, por sus deudos, por su familia, había de procurar que ese asunto tan delicado tuviera la más pronta y la más favorable solución. En este sentido, y como garantía para la población en aquellos momentos, se nombró gobernador al presidente de la Diputación provincial. El Gobierno no tenía prisa, pues, en nombrar gobernador, porque para los incidentes de la primera catástrofe y hasta que concluyera el peligro que todavía amenazaba a Santander con los res-[3377] tos del vapor Cabo Machichaco, se creía perfectamente representado por el presidente de la Diputación provincial, que ya había intervenido en esos mismos sucesos.

Desea el Sr. Alvear que se ponga de acuerdo el Presidente del Consejo de Ministros de este Ministerio con el Presidente del Consejo de Ministros del anterior. Pues es muy sencillo, Sr. Alvear.

A pesar de todo, ha venido una segunda explosión; claro es que no se puede suponer que si hubiera habido otro gobernador la explosión no se hubiese realizado. Digo esto, Sres. Diputados, porque, francamente, no tienen la culpa de ello, ni el gobernador, ni la Junta técnica que estaba encargada de ese asunto. El Gobierno, todo lo que podía hacer era entregarse en una cuestión tan delicada a una Junta técnica compuesta de las personas más competentes en España, y que además daba la casualidad de que la presidía una persona del mismo Santander, el presidente de la Junta de torpedos, que es uno de los individuos más entendidos que hay en España en estos asuntos. De manera que no se pudo hacer más por parte del Gobierno que dar a Santander lo que pedía, y lo que pedía Santander daba la casualidad que era lo más competente que había en España para esa clase de asuntos.

Pues bien; ¿es que la explosión no se hubiera verificado si se hubiese nombrado otro gobernador? ¡Ah, Sr. Alvear! Ya empecé a decir algo antes acerca de esto .

Estas materias explosivas, como la dinamita y otras, no están todavía bastante estudiadas ni son aún bastante conocidas para saber de qué manera responden a la voluntad del hombre y para conocer el medio de producir sus desastrosos resultados; y esta dificultad aumenta cuando además estas materias están en el fondo del mar, en el cual el agua, por su composición, por su presión y por su corriente, puede producir transformaciones que todavía no son bien conocidas. No se puede informar tan bien sobre estas materias tan delicadas y tan peligrosas como se informa sobre cosas perfectamente conocidas y que no ofrecen peligro alguno.

Pero en fin, a pesar de todo, se verificó la segunda explosión sin que el gobernador tuviera culpa ninguna de eso.

Hasta entonces ese gobernador inspiraba una confianza amplísima a la población; pero desde que ocurrió la segunda explosión, el gobernador interino fue victima del descontento que en su desesperación sentía la población de Santander, que atribuía al gobernador parte de culpa en aquella desgracia; entonces perdió toda la confianza que antes inspiraba allí el presidente de la Diputación provincial, y sabe S. S. que fue objeto de insultos y de atropellos . Por eso, estando ya nombrado el que había de ser gobernador de Santander, se le telegrafió para que fuera inmediatamente a reemplazar a aquel gobernador interino, que había perdido toda la confianza que había inspirado antes a la población de Santander.

Vea S. S. cómo no tiene que ponerse de acuerdo el Presidente del Ministerio anterior con el Presidente de este Ministerio. Aquel gobernador no se nombró nunca con el objeto de que fuera definitivo, sino sólo para resolver las primeras dificultades que se presentaran a consecuencia de la primera catástrofe, y además para que atendiese a lo que fuese necesario mientras no desapareciesen los peligros que para Santander ofrecía la presencia del Machichaco. Pues cumplidos estos dos objetos para que fue nombrado gobernador, y dado el sistema del Gabinete actual, como del anterior, de que no sean gobernadores personas que sean hijos de las provincias, que van a gobernar, claro es que había de nombrarse otro gobernador para Santander.

Por lo demás, aquí estoy a disposición de S. S. Cuando tenga tiempo y ocasión de explanar su interpelación, yo contestaré a S. S., y le demostraré que lo mismo el Ministerio anterior que el actual no han podido hacer más de lo que han hecho (en el cumplimiento de sus deberes, es verdad) en favor de Santander. Aquella población era victima de una gran desgracia, y merecía ciertamente las atenciones, cuidados y desvelos del Gobierno; pero no le han faltado esas atenciones, cuidados y desvelos por parte de este Ministerio ni por parte del anterior.



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